Tamara de Lempicka - “Autorretrato en un Bugatti verde” (1929, óleo sobre tabla, 35 x 27 cm, colección privada)
La pintora polaca Tamara de Lempicka fue una de las mayores representantes del art decó. Sus obras, herederas en cierto modo del cubismo, reflejan perfectamente este estilo lujoso y decadente del periodo de entreguerras. Lempicka logró convertirse en la retratista de moda. Cobraba verdaderas fortunas por sus obras y se pasaba las noches de fiesta, esnifando cocaína como si no hubiese un mañana y cambiando de amante como de vestido. Sus cuadros son muy atractivos y vistosos, pero al igual que el art decó no dejan de ser una simple fachada decorativa que no esconde mucha cosa detrás. Al cabo de unos pocos años ya habían pasado de moda, al igual que el estilo al que pertenecían. La artista cayó en el olvido y no volvió a hablarse de ella hasta que el art decó empezó a considerarse algo “vintage” y digno de recuperarse, el reflejo de una sociedad elitista que había tratado de vivir dando la espalda a la guerra y a la gran depresión.
Este autorretrato lo pinto por encargo para la portada de una revista de modas alemana, “Die Dame”, que querían una imagen que reflejase la emancipación femenina (de las mujeres que tenían la vida solucionada y podían vivir desahogadamente, se entiende). La artista se autorretrata conduciendo un lujoso Bugatti verde, aunque en realidad por aquel entonces tenía un Renault amarillo. El coche es un complemento más de su persona, igual que los guantes, el pañuelo o el maquillaje. Sin embargo, la figura de Lempicka es tan fría, nos recuerda tanto a un maniquí, que podríamos darle la vuelta a la frase y considerar a la mujer como el complemento decorativo del coche, en cuyo caso esa idea de la emancipación femenina se va al garete.
Kizette en el balcón, Lempicka
Kizette, la hija de Tamara fue modelo e inspiración en varias ocasiones. Los expertos concuerdan en que en sus retratos, es donde la artista muestra una mayor carga emotiva y hasta tierna. Lejos del lenguaje corporal displicente que suelen mostrar sus personajes.
En este retrato vertical aparece la niña a muy corta edad, de cuerpo entero y sentada junto a un balcón. En la mano derecha parece estar sosteniendo algo que no está ahí. Una iluminación cálida inunda el gesto, las telas y el fondo de la ciudad, la cual agitada, contrasta con la placidez y la inocencia de la pequeña.
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